La paz interior surge como un producto del conocimiento propio: aprender a dominar nuestro egoísmo y el deseo de tener siempre la razón en todo lo que hagamos en la vida cotidiana.
Saber escuchar con atención y comprender las debilidades propias y ajenas.
Pero sobre todo: pensar en los demás siempre, y no en nosotros.
Cuando esto ocurre conciliamos de verdad la PAZ con nosotros mismos y con nuestros semejantes.
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