viernes, 2 de septiembre de 2011

POR QUÉ TANTA PRISA?



En la película "La mujer del obispo" hay dos personajes que toman un taxi y le dicen al conductor que los lleve a su destino por vías secundarias, para así poder disfrutar del paisaje nevado.

El taxista contesta que le encanta encontrar dos personas que saben a dónde van y no les importa demorarse en el camino, porque la mayoría de las personas que suben a su taxi no sólo no tienen la menor idea a dónde quieren ir, sino que, además, llevan una prisa terrible.

Pensemos en el verbo correr, no es cierto que ya hay algo en sus sonidos que nos pone nerviosos. ¿Por qué tenemos que correr siempre? Si llegamos tarde, pidamos a los ángeles que allanen el camino y procedamos a paso natural, acabaremos por descubrir que llegamos a tiempo.

Cuando vamos corriendo, no percibimos lo que nos rodea y nos aislamos de las cosas. Es bueno saber dónde estamos, a dónde vamos y por qué.

Así pues, vayamos despacio, tomemos aire y sintamos la vida a lo largo del camino. Pidamos a los ángeles que nos ayuden a tomarnos todas las cosas con tranquilidad.

QUÉ DISFRUTEN DE ESTE GRANDIOSO DÍA !!!!
LLUVIA DE BENDICIONES A TODOS LOS QUE VISITAN MI BLOG !!!


QUÉ ES VIVIR?



Vivir, es vibrar cada instante, ante la emoción de percibir la maravilla de la creación de DIOS que nos rodea.

Vivir, es entender que cada minuto que transcurre no volverá!

Vivir, es saber dar lo mejor de nosotros, es vibrar en la bondad y llevar a su máxima expresión nuestra capacidad de ser.

Vivir, es aprender más cada día, es gozar los momentos bellos y desafiarse a sí mismo ante las adversidades.

Vivir, es amar intensamente a través de una caricia, es escuchar en silencio la palabra del ser amado, es perdonar una ofensa, es sentir la presencia del otro, es besar con amor a quien nos ama.

Vivir, es contemplar apaciblemente la alegría de un niño, escuchar al adolescente aceptando sus inquietudes sin protestar, acompañar con gratitud la ancianidad en su soledad.

Vivir, es comprender al amigo ante la adversidad y tener la capacidad de regocijarme ante sus triunfos y realización.

Vivir es sentir que nuestro existir no fue vano y en la medida en que nos atrevamos a dar lo mejor de nosotros en cada momento, logremos manifestar la grandeza de nuestra alma para amar.

Vivir es vibrar y sentir, es amar y gozar, es observar y superar, es dar y aceptar, es comprender que nuestro tiempo es lo único que poseemos para realizar plenamente nuestro ser.

Vivir es aprender a convivir con el otro despertando su persona como obra de DIOS. Vivir es mirar a DIOS con corazón abierto reconociéndolo como SEÑOR y REY.

Autor anónimo

domingo, 28 de agosto de 2011

TODO PASA



Hay personas que creen que las cosas deben durar para siempre. No entienden que si la vida no dura para toda la vida, las cosas que la vida contiene, tampoco pueden durar para toda la vida.

También estas personas suelen vivir como si no tuvieran memoria, no recuerdan que hubo situaciones en la vida que empezaron, que terminaron; no recuerdan que en algún momento un padecimiento fue tal, y luego dejó de serlo. Y entonces, sucede que muchas personas viven determinadas situaciones de sus vidas como una catástrofe, como algo que nunca va a pasar, como si ese dolor viniera y se instalara para siempre, como si no pudieran recordar que alguna vez pasaron por algo similar o por un dolor semejante y esto también pasó.

Cierta vez, había un pintor, muy enamorado de una mujer. De tal forma estaba enamorado, que ella era continuamente su inspiración. Amanecía con los ojos encendidos de Amor, y cuando la miraba a su lado, renacía cada vez el deseo de pintar. Sus colores se encendían por la belleza de sus sentimientos.

Un día, cuando el sol comenzaba a iluminar su atelier, despertó y vio que su mujer, aquella mujer a la que tanto amaba, ya no estaba a su lado. Bueno, no era costumbre de él esa situación, así que se levantó y empezó a buscarla.

Sobre la mesa encontró una carta que decía: “Me voy, y ya no voy a volver nunca más, he dejado de quererte”.

Creyó que enloquecía, desesperó, comenzó a tirar cosas contra las paredes y se sumió en la más profunda de las depresiones de un momento para el otro. Empezaron a pasar las horas, y también los días, y no comía, y no tomaba agua, y no vivía………. Y cuando ya su cuerpo empezaba a debilitarse gravemente recordó que había un monje, no muy lejano, en un monasterio, que había conocido de niño y que siempre tenía una respuesta para cada cuestión que él le planteara.

Y con poca fuerza, pero con un hábito de vida, tomó un tren que lo llevó a aquella vieja estación. Cuando bajo, caminó hasta el monasterio y cuando entró a los jardines de aquel lugar, vio de espaldas, caminando, a aquel monje; lo reconoció por su andar, sí a penas lo vio. Se acercó a él presuroso, y cuando estuvo allí, con su barba crecida, con sus ojos decaídos, con su pelo desgreñado, se puso adelante del monje a quien le resultó un rostro algo conocido, pero muy desdibujado.

Le contó su historia, le contó de su dolor, le contó de su pérdida, le contó desesperadamente de su ansiedad por recuperar a aquella mujer, y de su desesperación por sentir que ya no volvería nunca más. Y cuando le hubo contado todo esto, esperó una respuesta, ávido, con la necesidad de aquel que no tiene otra opción en la vida que la que va a escuchar. El monje lo miró a los ojos, puso una mano sobre el hombre de aquel desvalido pintor, y le dijo:
- Esto También va a pasar.

Desconcertado por esta respuesta, no encontrando que ella le sustentara nada del dolor que sentía, se alejó, ya con el pensamiento dirigido hacia la mismísima muerte. Tomó aquel tren, llegó a la estación de su pueblo, y cuando bajó por las escaleras, se topó intempestivamente con una Mujer, a la que se le cayeron las pertenencias en ese encuentro, por ese choque; ambos se agacharon a levantar las cosas, y cuando se miraron, quedaron perplejamente enamorados.

Nunca se habían visto en la vida, pero sintieron como si se conocieran desde siempre. Y desde ese momento, desde ese preciso instante, no se separaron nunca más.
Y él entonces, una mañana también, comenzó a comprender lo que aquel monje le había dicho. Y entonces sintió el deseo, la obligación de volver a verlo y de contarle todo y decirle cuánta razón tenía. Así que tomó aquel tren, llegó a aquella vieja estación, entró por los jardines del monasterio, y fue en busca de aquel hombre.

Y cuando lo encontró, con desesperación, ya sin barba, ya con los ojos llenos, colmados de amor, le contó toda esta historia, le contó de la sabiduría que ese monje tuvo cuando le dijo aquello que él no pudo comprender, y espero al terminar ávidamente una respuesta. El monje lo miró a los ojos, puso una mano sobre su hombro y le dijo:
- Esto También va a pasar.

Uno no debe sumirse en la peor de las sensaciones y de las desgracias cuando pierde algo, ni tampoco en la mayor de las euforias cuando la conquista, porque las cosas en la vida………como la vida misma, SIEMPRE PASAN.

Extraido libro Decisiones.