martes, 13 de octubre de 2009

¡Hola! Aquí uno de tus mejores amigos, reportándose


¡Gracias Lourdes¡ Gracias por enviarme tan hermoso mensaje para mi Blog, aquí lo tienes para que lo lean todos los que me visiten y especialmente para mi hija Melissa.

Una vez un pastor estaba en su iglesia al mediodía y se decidió quedarse un rato por si alguien pasaba a orar.

En ese momento se abrió la puerta; el pastor frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el hall de entrada; el hombre estaba sin afeitarse desde hace varios días, vestía una camisa rasgada, tenía el abrigo gastado cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar.

El hombre se arrodilló, inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue.

Durante los siguientes días el mismo hombre, siempre al mediodía, estaba en la Iglesia cargando una maleta… se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir.

El pastor un poco temeroso, empezó a sospechar que se tratase de un ladrón, por lo que un día se puso en la puerta de la Iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le preguntó: “¿Qué haces aquí?”.

El hombre dijo que trabajaba cerca y tenía media hora libre para el almuerzo y aprovechaba ese momento para orar, “sólo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica queda un poco lejos, así que sólo me arrodillo y digo: “Señor, solo vine nuevamente para contarte cuán feliz me haces porque me has me perdonados de mis pecados… no sé muy bien orar, pero pienso en Ti todos los días… así que Jesús, este es Luis reportándose”.
El pastor sintiéndose un tonto, le dijo a Luis que estaba bien y que era bienvenido a la Iglesia cuando quisiera.

El pastor se arrodilló ante el pulpito, sintió derretirse su corazón con el gran calor del amor y encontró a JESÚS, mientras lágrimas corrían por sus mejillas; en su corazón repetía la plegaría de Luis:
“SÓLO VINE PARA DECIRTE, SEÑOR, CUÁN FELIZ FUI DESDE QUE LLEGASTE A MI CORAZON Y ME LIBERASTE DE MIS PECADOS… NO SÉ MUY BIEN COMO ORAR ASI, PERO PIENSO EN TI TODOS LOS DÍAS… ASÍ QUE, JESÚS, SOY YO REPORTÁNDOME”.

Cierto día el pastor notó que el viejo Luis no había venido. Los días siguieron pasando sin que Luis volviese para orar. Continuaba ausente, por lo que el pastor comenzó a preocuparse, hasta que un día fue a la fábrica a preguntar por él; allí le dijeron que él estaba enfermo, que pese a que los médicos estaban muy preocupados por su estado, todavía creían que tenía oportunidad de sobrevivir. La semana que Luis estuvo en el hospital trajo muchos cambios, él sonreía todo el tiempo y su alegría era contagiosa.

La enfermera jefe no podía entender porqué Luis estaba tan feliz, ya que nunca había recibido ni flores, ni tarjetas, ni visitas.

El pastor se acercó al lecho de Luis con la enfermera y ésta le dijo, mientras Luis escuchaba: “Ningún amigo ha venido a visitarlo, él no tiene a dónde recurrir”. Sorprendido el viejo Luis dijo con una sonrisa:

“La enfermera está equivocada… pero ella no puede saber que TODOS LOS DÍAS, desde que llegué aquí, a mediodía, un querido amigo mío viene, se sienta aquí en la cama, me agarra de las manos, se inclina sobre mí y dice: “Sólo vine para decirte, Luís, cuan felíz fui desde que encontré tu amistad y te liberé de tus pecados. Siempre me gustó oír tus oraciones. Pienso en tí cada día... Así que Luís, éste es Jesús reportándose...


(Desconozco autor)

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