lunes, 15 de febrero de 2010

EL HOMBRE Y EL ARBOL



Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas.
Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba
alrededor de él, trepaba al árbol hasta el tope y éste
le daba sombra. El amaba el árbol y el árbol amaba al
niño.

Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y nunca más
volvió a jugar alrededor del enorme árbol.

Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el
árbol le dijo triste: "¿Vienes a jugar conmigo?"
Pero el muchacho contestó: "Ya no soy el niño de antes
que jugaba alrededor de enormes árboles.
Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero
para comprarlos".

"Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero...
Pero puedes tomar todas mis manzanas y venderlas.
De esta manera obtendrás el dinero para tus juguetes".

El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas
y obtuvo el dinero, y el árbol volvió a ser feliz.
Pero el muchacho nunca volvió y el árbol volvió a estar
triste.

Tiempo después, el muchacho regresó.
El árbol feliz le preguntó: "¿Vienes a jugar conmigo?"
"No tengo tiempo para jugar.
Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para
compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?"

"Lo siento, no tengo una casa, pero...
tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa con ellas".
El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo
feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más
volvió desde esa vez. . . el árbol volvió a estar
triste y solitario.

Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó:
el árbol estaba encantado. "¿Vienes a jugar conmigo?"
le preguntó.

"Estoy triste y volviéndome viejo.
Quiero un bote para navegar y descansar.
¿Puedes darme uno?".

"Usa mi tronco para que puedas construir uno y así
navegar y ser feliz".
El hombre cortó el tronco y construyó su bote y con él
se fue a navegar por un largo tiempo.

Finalmente regresó después de muchos años y el árbol
le dijo: "Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que
darte ni siquiera manzanas".

"No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar....
ahora ya estoy viejo".

Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo,
"Realmente no puedo darte nada.... la única cosa que
me queda son mis raíces muertas".

"Yo no necesito mucho ahora, sólo un lugar para descansar.
Estoy tan cansado después de tantos años".
"Bueno, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar
para recostarse y descansar.
Ven siéntate conmigo y descansa".

El hombre se sentó junto al árbol, y éste feliz y
contento sonrió con lágrimas.


Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros.
El árbol son nuestros padres y maestros.
Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá...
Cuando crecemos los dejamos..... sólo regresamos a ellos
cuando los necesitamos o estamos en problemas...
No importa lo que sea, ellos siempre están allí para
darnos todo lo que puedan y hacernos felices.
Tú puedes pensar que el muchacho es cruel contra el árbol,
pero es así como nosotros tratamos a nuestros padres...
Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos
a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor
viva por siempre en tu corazón y su recuerdo
te dé fuerza cuando estás cansado.

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