domingo, 1 de noviembre de 2009

FABULA DE LA LIEBRE Y LA TORTUGA

Cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una situación, complementamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos nuestros recursos y obtenemos mejores resultados

¿Recuerda la fábula?

Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida. Para dirimir el argumento, decidieron correr una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió. La tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y terminó primera, declarándose vencedora indiscutible.
Moraleja: Nunca se debe dar algo por hecho antes de realizarlo

Proverbios (Mishle) XXVIII – 26. El que confía en su propio corazón es un insensato; pero el que procede sabiamente será librado.

Pero la historia no termina aquí:
la liebre, decepcionada tras haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció sus errores. Descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y descuidada. Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido. Entonces, desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez, la liebre corrió de principio a fin y su triunfo fue evidente.
Moraleja: Cuando analizas con honestidad tus capacidades y limitaciones y te esfuerzas, puedes lograr tus objetivos (triunfos)

Proverbios (Mishle) XIX – 20. oye el consejo y admite la corrección para que seas sabio en tu porvenir.

Pero la historia tampoco termina aquí:
Tras ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. Como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso correr sobre una ruta ligeramente diferente. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. Mientras la liebre, que no sabía nadar, se preguntaba "¿qué hago ahora?", la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso y terminó en primer lugar.
Moraleja: Es posible lograr metas muy difíciles si diseñas una buena estrategia que saque provecho de tus capacidades y reduzca al mínimo tus debilidades

Proverbios (Mishle) XIII- 16. Todo hombre prudente obrará con reflexión pero el insensato manifiesta necedad

Pero la historia tampoco termina aquí:
el tiempo pasó, y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose buenas amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo.
En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus logros individuales.
Moraleja: Sumar habilidades para lograr objetivos es mejor que enfrentarlos en forma individual

Eclesiastés (Qoheleth) IV-9-10. Mas vale dos juntos que uno, porque tienen buen premio de su trabajo. Pues si uno cayere, el uno lo levantará al otro, mas ¡Ay de aquel que estuviera solo cuando cayere, no tenga segundo que lo levante¡

La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital: cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una situación, complementamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos nuestros recursos… y obtenemos mejores resultados!


Norma Medina
http://fulvida.com

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